Era viernes, era casi la 1:00 pm, era
tarde. Ya me había acostumbrado a llegar de tres a cuatro de la tarde todos los
viernes. En primer año, salía de cuatro a cinco de la clase de Psicología;
igual me venía, pero llegaba tarde. Luego, en segundo y tercer año llegaba
justo a tiempo para la salida del último autobús desde el terminal de
Trujillo. Ahora, me vengo los jueves, a veces los viernes. Todo depende de lo
extensa que sea la clase de Periodismo Económico. Ya estoy en el cuarto año de
la carrera universitaria de mis sueños.
Ese viernes del mes de enero del 2013,
cuando era casi la 1:00 pm, se dio una conversación con el tocayo Guido, él
sabe que yo soy de aquí, sabe hasta de dónde es mi familia Durán, la suya
también es boconesa. Yo salí como cosa rara, apurada. Él con su maletín y sus
pasos cortos, iba tranquilo. Cuando sin mucho que pensar me dijo: -Durán ¡tiene
que irse desprendiendo de ese pueblo! – ¿Por qué? Le contesté. –porque ese
pueblo no tiene nada. – ¿Nada…? Un extraño sentimiento recorrió mi cuerpo. Me
despedí y seguí.
Soy orgullosamente boconesa. Ya son más de
veinte años aquí. Y aunque en mi mente trastabillan muchas cosas, entre ellas
poder ejercer mi profesión en una ciudad, no se esfuma la posibilidad de
hacerlo aquí. -¿quién dice que no se puede? Aquí hay mucho talento, hasta el
2011 éramos más de 320 mil habitantes. Hay emisoras de radio, televisoras
pioneras como Telebocono y Tú Canal, revistas y por supuesto, está la sala de
prensa de la alcaldía.
Suceden cosas importantes, situaciones que
son noticias. Casos que informar y que quedan engavetados. Hay periodistas y
locutores de trayectoria, además tenemos una digna y admirable cronista
municipal, Dubuc de Isea. Pero, nada es suficiente para un pueblo en ascenso y
desarrollo. Podemos innovar y mejorar muchos aspectos relacionados a los medios
de comunicación. Así como el turismo, la vialidad, las inversiones, las
obras, el sector salud y educativo…
Yo creo en el desempeño y en las
oportunidades que pueden tener aquì los profesionales. El 30 de mayo, el
viernes, cumplimos 451 años. Ha sido significativo el crecimiento social,
cultural, ambiental y político que Boconò ha tenido durante los últimos veinte
años, digo, por lo que yo he visto. Aún falta mucho y yo quiero ser parte de su
historia en los próximos cincuenta años.
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